Corría el año 1939, recién terminada la guerra civil, ese duelo entre hermanos, casi sin saber porque ni pera que, bueno si por mandar, por hacerse con el poder y la gloria por ser el más fuerte y llevarse la mejor tajada. Pero por estas tierras pobres y sin mucho interés casi ni paso, solo el olvido,  la indiferencia y el robo.

En aquella casa, que era una de las más ricas del pueblo, si pasaron cosas pasaron unos primero y se llevaron lo que quisieron, dijeron que era para la causa y cogieron lo que les dio la gana   y después pasaron los otros y se llevaron lo que quedaba.

Hijo nos hemos quedado sin nada, estos modorros nos han quitado las lumadras y hasta el ajuar, no nos han dejado ni un cheropu, tienes que recuperarlo.

El chaval, coge las alforjas con un pan, unos chorizos que quedaban en la hoya y la vota de vino, el perro y su padre le da un duro que tenia escondido en el troje, hijo haz lo que puedas.

El hijo sale y va de pueblo  en pueblo. Se para en cada pueblo y hecha un pregón, “se compran ovejas, se venden ovejas “

El hijo estaba enseñado: sabía lo que había que hacer, que si esta coja, que si esta es mala, que si es vieja y ya no pare, esto al comprar.

Que si mira que lustre tiene, que si es primeriza y es buena, que me dices de la lana, de primera todo esto al vender.

Al cabo de tres meses el hijo vuelve al pueblo, con un atajo de ovejas y el duro que le había dado su padre.

Florentino   Berlanga   Tabernero 

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