El bosque más representativo de Maranchón es EL SABINAR.

Este bosque, o más exactamente matorrales rastreros salpicados con árboles, tiene un claro significado residual, es decir, se trata de un bosque ligado a las glaciaciones del Cuaternario y vecino de los grandes hielos de ese tiempo.

Con la retirada de los hielos, otras formaciones vegetales colonizaron la tierra, sobre todo en terrenos de más precipitaciones. No es el caso de nuestro sabinar que, adaptado a las condiciones climatológicas de aquella época, ha permanecido tal cual en nuestro páramo.

Para poder sobrevivir la época helada, adaptó sus hojas en forma acicular, cubierta de una buena capa de cutícula que reduce la transpiración. En invierno, el suelo semihelado, no aporta agua al vegetal, con lo que en esta época las sabinas entran en un reposo en el que no fotosintetizan (no fabrican oxígeno), pero tampoco consumen, puesto que su respiración desciende a unos valores ínfimos.

Con el frío del invierno glaciar, las plantas adquirieron un porte rastrero, porque al quedar enterradas en la nieve la temperatura no suele descender de -3° C.

Además la nieve es bastante translúcida y las sabinas y enebros pudieron desarrollarse aunque lentamente.

Aunque el tiempo ha cambiado y el porte de la sabina también, su crecimiento suele ser en forma piramidal para dejar resbalar la nieve con facilidad, otras, castigadas por el viento, toman formas caprichosas.

Choza de Pastores

En verano, por el contrario, la sequedad es extrema y la falta de agua se acentúa con los vientos secos del sur; el pastoreo excesivo, la degradación del suelo, el fuego, el crecimiento lento de la sabina y la escasez de lluvias, han condicionado la pre- cariedad actual de estos ecosistemas.

Tanto la sabina albar (Juniperus thurifera), como el enebro común (Juniperus hemisphaerica), forman un bosque muy pobre en especies debido a la hojarasca producida por éstos, ya que humifica mal, y acidifica el suelo impidiendo la germinación de otras semillas.

Si el sabinar lleva alrededor de un millón de años existiendo, y desde la aparición del primer hombre sobre la tierra lo ha cuidado y conservado, nuestra generación no puede hacer más daño que el periodo glaciar. Contemplémoslo , admirémoslo y respetémoslo como un verdadero prodigio de la historia de nuestro entorno.

Más pronto que tarde será lo más admirado y visitado de nuestro pueblo.

Autor: MIRO

Publicado en «El Boletín de La Migaña»  en febrero de 2005.

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