La plaza de toros de Maranchón es uno de los monumentos de la arquitectura civil maranchonera más emblemáticos, junto con la torre del reloj.
Maranchón siempre ha tenido mucha afición taurina y se han celebrado eventos taurinos en las fiestas patronales desde que se recuerda.
Antiguamente se hacían encierros por algunas calles del pueblo, que acababan en la actual plaza del ayuntamiento. La plaza se cerraba con maderos y carros y se acondicionaba con tribunas y tablados para el público. En esa época no se trataba de corridas como tales, sino que toreaban los aficionados (“maletillas”).
A principios del siglo XX se produjeron varios accidentes: en 1904 se hundió un tablado ocasionando dos muertes y varios heridos; años después, en 1913, un hijo de Benigno Bueno (persona muy relevante de la localidad) estuvo a punto de perder la vida al ser embestido por un toro. Estos acontecimientos y algunos otros similares motivaron que los regidores de aquella época decidieran construir una plaza de toros de obra.

La plaza se llevó a cabo por una sociedad compuesta por el ayuntamiento y socios particulares. El aforo con el que se construyó era de 3.000 personas.
Para los cimientos y los paramentos se usó piedra de varias canteras, que se consolidaba con cal procedente de varios hornos que se construyeron con esa finalidad.
Al parecer, cuantos participaron en la construcción, dado la gran afición generalizada a los toros, cobraron muy bajo su jornal.
De forma que en 1915 pudo inaugurarse la plaza de toros en la festividad de la Virgen de los Olmos.