Nuestros padres se marchaban al “Trato” y eran las madres las que tenían la misión de educarnos, cuidarnos, querernos, castigarnos… . Era un matriarcado. Nos encontrábamos a gusto con esa situación; todos los hijos de tratantes lo vivíamos con normalidad. Ansiábamos que viniera nuestro padre a pasar unos días porque nos traía cariño y algunas cosas de las ferias.

En este siglo XXI, que se habla tanto de emprendedores, se podría reconocer en los tratantes los verdaderos emprendedores. Viajaban a Galicia, Cataluña, Andalucía, Extremadura, Argentina y, por supuesto, al centro de España. Los grupos se hacían por ser familiares o amigos de siempre; es de valorar que, sin ir a ningún notario o abogado, con un simple apretón de manos se constituían esas sociedades para manejar mucho dinero sin dañar los intereses de los otros. Eran hombres “De palabra”.

Me hubiera gustado hacer un estudio sobre los días en que nacíamos y los días que venían nuestros padres. (Nueve meses antes).

Dibujo de Tratante

Dibujo de Tratante

El dinero lo llevaban con ellos mismos: faja, bolsas colgadas al cuello; por eso, aunque bebieran no debían perder la cabeza. Llevaban alguna navaja de considerables dimensiones.

Como Maranchón tiene una agricultura de cereales, algunos hijos de agricultores eran contratados como criados toda la campaña porque no les impedía hacer la recolección en el verano siguiente.

Se establecía una relación casi familiar entre criados y amos porque la convivencia era muy intensa; como el compromiso no estaba formalizado legalmente podían romperlo cualquiera de las dos partes.

Compraban y cambiaban mulas, caballos, burros. A mí me llegó mi primera bicicleta cuando tenía 15 años por el cambio con una mula.

Las casas de los tratantes eran de las mejores de la comarca. No era raro encontrar alguna vivienda que guardara parecido con las de los sitios donde vendían las mulas. Por la parte interna de las ventanas se ponía un aldabón de hierro para evitar que entraran a robar.

Muchas cuadras de mulas han sido adaptadas en nuestros días para viviendas. Recordad que tenían corral para correr las mulas (Hoy jardín), todas teñían pozo y tres alturas o dos.

Los tratantes nos traían la modernidad, palabras de otras regiones, cultura, costumbres; era Maranchón el pueblo más avanzado. Quiero recordad que la televisión no había llegado.

Al ser personas de dinero y mundología eran considerados como una clase superior a las de los labradores y ganaderos. Las vacaciones eran desde mayo hasta finales de agosto, así que, eran muy alegres y fiesteros. La Virgen de los Olmos era su consejera.

A mediados del siglo XX llegaron los tractores y la mecanización del campo, las mulas fueron desapareciendo de las labores agrícolas. Fueron abandonando el “Trato” lentamente pero sin pausa. Algunos maranchoneros se dedicaron a vender abonos para la agricultura o tractores. Otros vendieron las cuadras que tenían lejos de Maranchón para que hicieran viviendas o garajes. Montaron otros negocios y se quedaron a vivir fuera de nuestro Pueblo. Comenzó el declive demográfico.

Todavía podría escribir otro apartado sobre los literatos que hablan de los tratantes y de anécdotas en las posadas. Si consigo más anécdotas este verano, seguiré. En todo caso, lo fundamental está dicho.

Por Maranchón.

Autor: Félix Sebastián «El juaniche»


Publicado en «El Boletín de La Migaña» en Julio de 2015.

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